Renato Bernhoeft
"Estoy seguro de que nuestra falta de voluntad para escuchar otra cosa que no sea el éxito nos hace especialmente vulnerables por el miedo al fracaso". Para aquellos que piensan que esta es una frase de un psicólogo o gurú de autoayuda, les informo que están profundamente equivocados.
Es la conclusión de un reciente artículo de Paul Krugman, respetado economista del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), titulado No hay tiempo para los perdedores. El escenario actual en el que vivimos –los cambios de paradigma, la incertidumbre mundial y nacional, la ambigüedad, las pérdidas financieras, la alteración de los modelos, etc.– pone en jaque todo el sistema que crea modelos exitosos, como la búsqueda de un estado permanente. Esto produjo en las personas, y especialmente en los sistemas de carrera profesional, una gran falta de preparación para hacer frente a los fracasos, frustraciones y contratiempos. Sobre todo, por la sensación de Pollyanna, de permanecer siempre optimista para evitar situaciones adversas. Pero lo que esto hace es un escape de la realidad. O, lo que es peor, una falta de preparación total para encarar y gestionar la realidad. Los análisis que tratan de comparar el actual clima socioeconómico del mundo con la gran depresión de la década del 30 son casi unánimes en la demostración de condiciones muy diferentes. La velocidad de información entre mercados y países crea una dinámica más intensa que requiere otros parámetros y acciones. Somos más vulnerables a la interdependencia generada por la globalización. Pero lo que no ha cambiado es la necesidad humana de entender todos estos fenómenos respecto a sus implicaciones sobre el comportamiento y la conducta. Negar la realidad o crear "escudos" psicológicos de optimismo artificial pueden terminar generando efectos negativos peores en el mediano y largo plazo. Y no solo para nuestra generación, sino también para las que nos siguen. Sin embargo, la realidad es cambiante y desafiante en el sentido de que a menudo podemos extraer un excelente aprendizaje de lo que no funcionó o no funcionó tan bien. Como dijo Machado cuando se refiere a pasar del tiempo biológico, podemos pintar el cabello, estirar la piel, pero esto es todo lo externo. Interiormente, el tiempo y sus efectos persisten. Por lo tanto, no debemos aceptar simplemente las alteraciones biológicas o psicológicas. Debemos enfrentarlas con las limitaciones y lecciones que la vida nos deja.
Volviendo al artículo de Krugman, cuando se refiere a la sociedad de los Estados Unidos, dice que “haría mucho bien a los estadounidenses leer libros de negocios que se centren no solo en los casos de éxito”. Y esto se refiere a una de las sociedades en las que más proliferan los gurús de optimismo, pastores electrónicos, la literatura de autoayuda y otras formas o modelos en los que el éxito se coloca como un estado a ser mantenido permanentemente. El gran riesgo de estas fórmulas es guiar a la gente a mantener un estado de optimismo exterior. Es decir, mostrando a los demás una impresión de que "todo está bien", cuando, en realidad, tienen dificultades para hacer frente a las incertidumbres y cuestionamientos individuales. Evitan mirar en la perspectiva de un espejo retrovisor interior.
Volviendo a las observaciones de Krugman, cuando habla de ejecutivos y empresarios, dice que “ahora, de manera inconsciente, la carrera empresarial exige una enorme profundidad emocional”. Una actitud irónica o un sentimiento trágico de la vida pueden hacer que una persona sea más interesante, pero, también, poner en peligro las perspectivas positivas que hay que tener para convertirse en un ejecutivo u hombre de negocios exitoso. Y la literatura de negocios que solo quiere saber cosas positivas está perdiendo mucho.
Confío en que está quedando más claro para muchos profesionales, que teniendo que lidiar con una sociedad con tanta complejidad e incertidumbre como la actual no existe una solución única. Y soñar sigue siendo importante. Pero no se imaginan que hay formas mágicas que aíslan o impermeabilizan frente a la realidad. Aprender a lidiar con las transiciones de la vida, el desempleo, la jubilación, la rápida obsolescencia, el estancamiento de paradigmas, la decepción de héroes, etc., se tornará cada día más necesario. Una de las principales exigencias de la situación actual es la necesidad de crear la capacidad de administrar de manera productiva, y que el fracaso se torne en un aprendizaje necesario. O como señala Daniel Piza en sus aforismos sin juicio, que “no nos gusta la depresión, porque cuando estamos en ella nos sentimos próximos a la verdad".
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